martes, 18 de julio de 2017

Madrid, una Comunidad inexplorada.



Madrid es una comunidad de gran iniciativa, abierta, de enorme potencial y capacidad que, por políticas que se limitan a hacer remiendos y retoques, por un Gobierno que no ofrece nuevos proyectos y horizontes, podría calificarse de una comunidad inexplorada, que no aprovecha sus potencialidades.

La situación es difícilmente sostenible y en no pocos aspectos insostenible. Las políticas que se aplican no sostienen la Comunidad, ni en su regeneración, ni en su transformación.
Además, desde el punto de vista de la igualdad es insoportable, ética y políticamente, con malos resultados en indicadores de justicia social. La pobreza es el gran enemigo, el gran aislamiento, la gran soledad: el termómetro de una sociedad. Y en Madrid alcanza al 21,7%, la tasa más alta de los últimos nueve años. Una situación que afecta a 1,4 millones de personas en esta comunidad, y a muchos que tienen trabajo, pero son trabajadores pobres. En Madrid hay más de 700.000 personas que cobran salarios inferiores a los 650 euros al mes.

La desigualdad es un asunto crucial, pero el debilitamiento de lo público también lo es
Además, en los dos últimos años ha aumentado la temporalidad, el 18,5% de los asalariados. Se han perdido más de 38.000 empleos indefinidos y se está sustituyendo empleo estable por empleo con fecha de caducidad. Dos de cada diez contratos firmados duran menos de una semana y hay muchísimas horas trabajadas fuera de la jornada sin remunerar.

La situación es especialmente alarmante y significativamente impresentable en el caso de los más jóvenes. Uno de cada dos se encuentran en paro en Madrid, y los que trabajan lo hacen, en la mayoría de las ocasiones, en situación de precariedad.

La desigualdad es un asunto crucial, pero el debilitamiento de lo público también lo es. Y van parejos. Madrid no solo es rica, es también cara. Muy cara para no pocos.

Ante la falta de suficiente inversión o gasto público, las familias madrileñas están asumiendo con sus recursos, muy limitados por la crisis, el acceso a no pocos servicios que deberían ser públicos y esenciales, como la sanidad, la educación y la protección social.
En Madrid no hay un modelo de crecimiento sostenido y sostenible. Crecemos de forma desigual, también territorialmente. Bien lo saben los ayuntamientos. La Comunidad necesita un pacto municipal y un plan estratégico regional.

La corrupción deteriora el compromiso y la acción transformadora. 

El estado de bienestar exige una determinada concepción de la economía, una economía que además hace acción social, basada en el conocimiento y que incluya una verdadera transición ecológica, una economía sostenible. Necesitamos una economía basada en el conocimiento y en los valores de la investigación, el desarrollo y la innovación. Somos capaces. Y parece haberse olvidado.

A su vez, la carencia de medios de quienes trabajan en la justicia para garantizar la aplicación de la ley y los derechos es completamente inaceptable. Y Madrid merece tener una gran proyección y desarrollarse con la cultura, que ha sido históricamente maltratada y no solo por la crisis, sino por la falta de presupuesto, de planificación y de gestión, o por su utilización para la imagen del gobierno de turno.

Y no basta con decir que ha habido abusos de algunas personas. La corrupción deteriora el compromiso y la acción transformadora. Es un modo de entender y de concebir las formas de ejercer la política y el poder, de relacionarse con las instituciones, entidades y personas, de contratar y de planificar utilizando los caudales públicos para fines privados. Este modo de hacer ha penetrado la Comunidad de Madrid, cuando no infectado, y no bastará con acciones puntuales.

Desde el amor a Madrid, es hora de ser exigentes. Para empezar con nosotros mismos y desde luego con la Comunidad de Madrid de la que formamos parte.

ÁNGEL GABILONDO. PORTAVOZ DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA EN LA ASAMBLEA DE MADRID.

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